Ahora que todo es más claro sigo sin entenderte, pero la luz no ha dejado de brillar. Sigue pesando sobre mi espalda el peso de tu mirada y cada día me levanto pensando en ti, soñando ideas que nunca caerán en suelo firme para descansar. Y es que creía que había talado todo el bosque y ahora me doy cuenta de que esto es algo mucho más grande, y que de nada sirve lo que yo haga, porque los árboles han nacido y seguirán naciendo y ni el mayor de los incendios apagará la vida que corre por mis venas y llega a mi cerebro con sabor a ti.
¿Te gustaría que te hiciese un cartel de rosas? A mí me gustaría hacerte mil... uno por cada vez que te echo de menos aún estando contigo. Llenaría pueblos y pueblos con tu nombre hasta que no quedasen flores en el mundo para seguir escribiendo y luego rompería a llorar sabiendo que no es suficiente y nunca lo será. Y ya que estaba batalla había terminado antes de comenzar por lo menos he de intentar demostrar que no era tan mala idea, y que no existen las líneas rectas.
El tiempo pasa, todo cambia y para mí todo sigue igual. Es que el mundo va demasiado rápido, o, tal vez, yo muy lento...
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