Poemas

Si también te gusta la poesía, deberías echarle un vistazo a mi blog de poemas: Gris pradera verde

Solamente solo


No creo en la religión, nunca tuve motivos para ello. No creo en la ciencia, es ciega y cerrada; un castillo de palillos colocados por tanteo. Creo en el arte, pero me ha demostrado ser inútil. Hasta hace poco, creía en el ser humano pero ya no puedo. Luego... ¿qué me queda? Creo en la soledad, en el silencio. Creo en el olvido, en el dolor.

¿Te has parado alguna vez a ver el mundo desde fuera? ¿Has sentido alguna vez que te volvías invisible? Primero sientes un viento cálido, seguido de un vacío frío y una soledad infinita: ya eres invisible. Es una sensación muy fuerte... Es la sensación de que ya no le importas al mundo y ya no puedes cambiar nada, de que podrías desaparecer en ese mismo momento, para siempre, y ni un solo ser sobre la Tierra notaría tu falta. Es, en definitiva, la soledad.

Yo he vivido siempre con esa sensación, en las entrañas. Luchaba contra una sociedad que terminé por aceptar dada su condición de única y a partir de ahí noté que yo no era... como los demás. Era raro, más raro que no encontrar cola en Port Aventura. Y mi rareza no gustaba precisamente a la gente. Cuando no me "hacía invisible", mi retorcida y compleja forma de ser salía a relucir y me apartaba a golpes de la comunidad, acabando por lanzarme, tarde o temprano, a las sombras de la invisibilidad.
Intenté luchar contra ello, intenté aceptarlo.... pero fueron lágrimas en el mar: como yo, se hicieron invisibles.

Siempre me gustó pensar que lo único seguro es la vida, demostrada por el dolor, en el cual, como ya he explicado, creo profundamente. Como protección de la vida y progreso evolutivo veo la comunidad como el fin último del individuo. En base a esto llegué a la conclusión de que soy, humana y universalmente, inútil. Y pensé que tal vez el arte me diese esa utilidad, ese trozo que me faltaba para ser individuo real en esta comunidad. Me engañaba: para hacer arte hay que ser individuo, y no al revés.

Después de varios años sigo sintiéndome un inútil integral y albergo en mi interior un vacío siniestro que huele a soledad. ¿La única diferencia? Que ya me da lo mismo. Que tanto me tiene si estoy solo como si no, si tiene sentido mi vida o no. Un amigo mío usa mucho una frase: "porque puedo", con la que contesta siempre que le preguntan el porqué de alguna de sus acciones o las de otros. Esta frase, aunque haya nacido de una tontería, tiene un trasfondo que me parece esencial en muchos aspectos: no hacen falta más motivos para hacer algo que el simple hecho de tener la capacidad para hacerlo. Cierto es que puede haber razones para no hacerlo, pero la única causa real y definitiva para realizar cualquier acto es poder hacerlo. ¿Por qué vivo? Porque puedo. Vale que mi forma de pensar no encaja con los demás y mi comportamiento puede no ser el que a ellos les gustaría, pero al que no le agrade que le eche azúcar, y si no tiene azúcar se lo traga y punto.

Cuando siento que mi ida no tiene sentido escribo, y si no puedo escucho música. Cuando me siento desplazado (casi siempre), me sumerjo en mí mismo y lo acepto como hecho natural, intentando convencerme de que es bueno estar a parte.

A pesar de todo esto, cuando llega la noche asoma una lágrima a mis ojos al ver que, para bien o para mal, estoy solo.

1 comentario:

  1. Hola, bello y triste relato que me llega al alma. Algunas veces me he sentido así, al leerlo han aflorado los recuerdos y eso es grato a esta alma que te lee. Un placer pasearme por tus letras. Cuídate.

    ResponderEliminar