Poemas

Si también te gusta la poesía, deberías echarle un vistazo a mi blog de poemas: Gris pradera verde

Más allá de la vida

Estoy solo, vacío. La tristeza que inunda mi soledad, arranca mi ser cada día más y más. Pasa el tiempo, mis labios se han ido hundiendo. Triste es el dolor. Sangre de mis ojos que brota cada día para intentar vencer mi esperanza y despojarme de mi ser. Pocos recuerdos son tan nítidos cómo los malos. ¿Cuándo cesará mi tormento? No lo se? quizás en el vacío de mi libertad robada se encuentre la respuesta. Quizá sólo esté en el otro lado de un nada. Quizá al otro lado de este fin esté otro nuevo fracaso. Quizás me he equivocado.
Huecos en las paredes, blandas como almohadas. Muchas veces he intentado romperlas, pero es vano, pues toda rotura está reparada a la mañana. Todo vano intento de escape de mi pequeña celda, es un paso atrás en mi escaso tiempo de cordura. Cuanto más paso aquí más mi imaginación y mi instinto toman el control, y mi pobre razón, mermada por la poca lógica y las limitadas leyes de mi celda, se resigna apartándose y ocultándose entre las sombras.
Una pequeña sombra se mueve a mi alrededor. Criaturas perversas que me controlan, me dominan? Intento hablarles a veces. Les digo que yo no merezco estar aquí. Pero ellas siguen ahí, sin contestar, aunque se que pueden oírme.
De nuevo solo en mi autodestrucción. Vago es el recuerdo que tengo de aquel pasado irreal. Un pasado que creí cierto, hasta tal punto que no pensé ni siquiera en este. ¡Cuan real era, todo aquello que mi imaginación realizó!
Nunca creí poder estar de este lado. Pero ver hacia aquí desde mi realidad era como ver el fondo de un abismo, negro, borroso. Nunca creí que tan reales pudieran ser los más inverosímiles suspiros de mentes perturbadas. Pero ahora las paredes de mi realidad han caído, y en ellas se ha abierto una puerta, como un recuerdo a un lejano futuro. Lenta agonía con triste final. Me reiré de nuevo, ocultaré mi soledad. Pasan los días, en esta pequeña jaula, en mi jaula personal.
No se cuando he llegado aquí, quizás ayer, quizás esté por llegar. Pero en lo más profundo de mi ser, se que esto es el final. Se que tras esa puerta que nunca se abre, mi imaginación me espera disfrazada de amistad. Se que más haya de esa puerta existe un mundo dónde nada puede salir mal. Donde mi pequeña cabeza podrá descansar, pero antes he de sobrevivir a esto? al vacío, a la soledad.
Triste es pensar, que tras el sufrimiento más sufrimiento vendrá. Pocas ideas de gentes más sabias, pudieron ser tan acertadas como la que yo, en mi corazón, siempre guardé. Un vago recuerdo, casi borrado de mi mente me recordaba que ya estuve aquí, y que debía volver. Que lo más real que pude tener jamás, no fue más que pura ficción, y que ahora que ya todo había terminado, me esperaba paciente, el mundo en el que no existía el dolor.
Miré la puerta una vez más. Tristes ideas me inspira. No tiene pomo ni salida? ¿Por qué señor? ¿Qué he hecho mal en la vida?  La puerta está sostenida entre finas paredes de realidad. Forjadas con la razón y el saber, y solo con acercarse a ellas inspiran libertad. ¿Pero cual? ¿Cuál es el sentido? ¿Por qué poner paredes a la libertad? ¿Por qué una puerta sin pomo? ¿Por qué esa rendija? ¡Una rendija! ¿Para qué servirá? No puedo abrirla, no logro ver la realidad.
¿Qué es lo que me separa de los demás? ¿Por qué una triste vida podría ser tan importante cómo para tenerla contenida? ¿Por qué no dejar mi mente volar? Me gustaría ahora mismo describir el mar, un atardecer, la lluvia? pero no puedo. Cada vez que miro sólo veo blanco inmenso. ¿Dónde está la respuesta? ¿Cual es la prueba?
Quizá en las paredes esté la respuesta. Acerco la cabeza a ellas, pero no siento nada. ¿Por qué? ¿Por qué, por qué, por qué? ¿Cuál es la lección? Cada vez pego más fuerte contra la pared. No se qué hago aquí? y tú, señor, tú no me dices nada. Me miras desde tu reino, vigilando mis pasos y controlando el aire que respiro mediante esas sombras que no hablan? y aun así me dejas aquí, sufriendo. ¿Ya no recuerdas cuando llegué aquí? ¿Cómo te imploraba que me dejases salir? La verdad es que yo tampoco lo recuerdo bien. Pero lo que si recuerdo es que sigo aquí. ¡Y eso me tiene perturbado!
El señor me ha condenado a una vida de penuria? de sufrimiento, sin piedad. Condena que cae sin saber yo el porqué, sin saber cual es la razón de tan grande escarnio. Mi vida nunca fue importante? Cómo cualquier otra persona yo tenía una pequeña familia? Mi mujer era preciosa? pocos son los recuerdos que tengo de ella a parte de sus ojos y su sonrisa. A veces incluso la veo en esas sombras, moviéndose y siento que me sonríe. También vivía conmigo mi hijo, ya de veinte años. ¡Cuántos disgustos me daba y, por extraño que parezca, no recuerdo ninguno! Mi mente ha borrado esas ideas, que ahora mismo no son ya parte de la realidad. Son parte de un pasado, un estado pasajero que abandoné. Una vida que me ha sido arrebatada.
La verdad es que no tuve una vida tan mala, siendo yo muy pequeño mi padre murió, quedando yo al cargo de mi madre, una mujer robusta, bastante testaruda y con una gran confianza en sí misma. No es que fuésemos una familia de poderío, pero teníamos lo suficiente para sobrevivir a tiempos difíciles. Gracias a este mediano nivel de vida pude estudiar en una de las mejores universidades de España. Con pocos años me licencié cómo cirujano y, gracias a mi madre, pronto encontré trabajo. Lo que vino después no se cómo sucedió. Tenía una buena mujer y un hijo? todo iba sobre ruedas, pero la cosa empezó a torcerse. Empecé a obsesionarme con mi trabajo, me pasaba días enteros en el quirófano, practicando con cadáveres que con gran artimaña conseguía ?robar?.
Pronto empecé a creer que la vida, igual que podía ser arrebatada, también podía ser devuelta. Tres veces? ¡tres veces lo intenté sin éxito! Y ahora estoy aquí? nadando en el vacío que hay en mí mismo. En una falsa realidad. Una realidad que no tiene sentido. Mi mundo debe tener apenas dieciséis metros cuadrados. Es completamente blanco y hay una cama en la que se duerme plácidamente. Pero mis angostos recuerdos del pasado no me dejan dormir. Cada vez que recuerdo un fracaso tras otro? aquello era mi vida. Una mañana me desperté temprano, aun el sol no había salido y el alumbrado público permanecía encendido. Fui hacia el laboratorio, estaba seguro de que esta vez lo conseguiría... Fracaso, sólo fracaso. Me volví loco, tanto tiempo y ni siquiera una pista, tenía que ser posible, pero ¿cómo? Necesitaba seguir investigando pero ya no tenía cadáveres. Me fui de vuelta a casa.
Los faroles de con luz amarillenta me permitían ver el parque de una forma nueva. La luz resaltaba unas hojas mientras que la sombre se hacía con otras más alejadas. Entonces lo vi. Hacia mí venía un cadáver andando, lentamente. Llegó a mi lado y se calló a mis pies. Puede parecer extraño, pero así lo vi yo. Lo recogí y lo llevé al laboratorio. Un experimento tras otro intenté devolverlo a la vida. Le abrí el pecho, le examiné el cerebro,? pero nada. No sabía cual era la causa de su muerte. Poco a poco me fui adormeciendo a causa de lo temprano que me había levantado.
Cuando desperté me encontraba esposado en una silla.
-          ¿Causa de la muerte?
-          Al parecer lo abrieron al medio? con un bisturí.
Ante mi un montón de policías examinaban el cuerpo sin vida del guarda del parque, estaba manchado de sangre y tenía el bisturí aun en una mano y en la otra un lápiz.
Presa del pánico, eché a correr como pude con las esposas. Se oyó un disparo.
Y aquí estoy? eso es lo ultimo que recuerdo. Luego me desperté aquí con un fuerte dolor de cabeza. Estoy en lo más profundo de la nada. Con estas paredes, blandas como esponjas, pero que hacen más daño que la pared más maciza. Cinco años? cinco años llevo viendo tan solo estas paredes. Cuando me levanto aparece comida en la puerta. Pero luego de comérmela me entra de nuevo sueño. He adelgazado mucho y cada vez pierdo más el sueño.
Hoy al despertarme dos hombres (por fin he visto de nuevo un ser humano) me han recogido de mi vacío. Quizás ya he pagado mi deuda con dios. ¿Me llevarán al cielo?
Cruzo un pasillo vacío, sin ventanas y con una cancela al fondo. Uno de los hombres pulsa una combinación en un teclado e la pared y la cancela se abre. Al cruzarla veo un cristal todo alrededor y mucha gente mirando. Seguramente será la prueba de acceso.
Entonces observo una caja de metal muy grande que se encuentra al centro de la sala. Tiene la puerta abierta y por dentro está acolchada. Hay una silla. Me siento en ella, dispuesto a hacer el viaje al cielo y reunirme con mi familia. Me atan con cadenas (para asegurarse de que no me caigo durante el viaje) y cierran la puerta. Paso un tiempo a oscuras. Entonces empiezo a notar unas cosquillas en las manos y los pies. Poco a poco va subiendo por los brazos, y cuando llega aumenta de una forma bestial. Noto como mis pulmones se queman a la vez que me duele la cabeza. En tan sólo una milésima mi cuerpo queda inerte, sentado en la silla, sin moverse? entonces me pregunto:
¿No estaba muerto ya?
El Jüsticiero Misteryoso

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